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lunes, 24 de marzo de 2014

Tuyo.



-No intentes controlarme, Victoria. No pretendas ser la dueña de mi vida. No me digas qué es lo que he de hacer. Nunca.

-Entonces, es verdad que los sheks no podéis amar.

-¿Eso es lo que crees? He renunciado a todo cuanto conozco. A todo el poder que me pertenecía por derecho. He dado la espalda a mi gente, a mi padre... incluso he renunciado a mi identidad... a mi nombre... por ti. Dime, ¿qué más he de hacer? Quizá cuando me veas caer a tus pies, muriendo por tu causa, seas capaz de comprender por fin hasta qué punto soy tuyo.

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